Un gran dolor nos envuelve

05.04.2013 23:07

 

Es un dolor que nos surge del sufrimiento de tanta gente, que por las grandes lluvias ocurridas en nuestra ciudad,

han perdido la vida o muchas cosas de las que tenían, hasta quedarse sin techo.

Es un dolor que nos deja perplejo, por cuanto también surge de la desidia, de la falta de planificación,

de la falta de trabajo de parte de algunos.

Es un dolor que surge por la mentiras y la necedad de muchos.

Es un dolor de ver que los signos que la naturaleza, el destino, el mismo DIOS nos envía,

no son reconocidos por la sociedad.

La sociedad en su conjunto empezando por sus dirigentes, parecemos empecinados en hacer las cosas,

como sabemos claramente que están mal.

No sabemos mirar al pasado para aprender.

¿Cuantas cosas tienen  que pasar para darnos cuenta que sin planificación, sin organización,

sin honestidad, verdad, austeridad, los problemas se multiplican?

 Y se multiplican de tal manera que cuestan la vida de muchos.

Pensemos que estas desgracias estaban anunciadas técnicamente

y no fueron escuchados sus mensajeros.

La cuenca de los arroyos que causaron las inundaciones, hace más de 40 años que

sufren problemas de inundaciones, de distintos grados.

Ya en el 2002 y 2008 hubo inundaciones importantes que podían hacer prever cosas peores.

Pero no les dimos importancia, por acción o por omisión.

 

Estas cosas, en Remar Mar Adentro, las hemos intuido.

Ustedes lo podrán corroborar en nuestros anteriores artículos.

Por eso es que nuevamente alzamos la voz, para decir que debemos volver

por el camino de los valores fundamentales.

Si no lo hacemos, no creamos que nos podemos salvar.

Esta desgracia no le ocurrió solamente a gente “pobre”, sin medios.

Esta desgracia nos unió en una sola categoría, en hombres y mujeres sufrientes.

 

¿Entonces qué hacemos?

 

Empecemos con respeto y paciencia, pero sin claudicar, exigiendo que se desarrolle

entre las distintas fuerzas vivas del país, un proyecto de país, que permita encuadrar

a todas las organizaciones en ese plan, aunando esfuerzos, voluntades e inteligencias

en pos de ese bien común.

Desterremos de nuestro accionar la mentira y la corrupción, exigiendo lo mismo

en todos los niveles, cueste lo que cueste, caiga quien caiga.

Nada bueno se improvisa. Que los más capaces empiecen a tomar las decisiones

y no los más corruptos o los más caraduras, que no saben que significan las cosas.

Estos que se vuelvan a sus casas o a las cárceles.

Hagamos las cosas para mejorar y cambiar nuestra realidad.

Nuestros dirigentes no están recibiendo el peso de nuestra exigencia.

Están muy cómodos mintiendo, estafando, robando.

La sociedad en su conjunto debe empezar a tomar el toro por las astas.

En cada barrio, en cada ciudad, debemos tomar partido en las decisiones que se toman,

y exigir que sean para el bien común.

Pero ¿cómo sabemos que son para el bien común?.

Ahí deberá entrar el diálogo, la consulta con especialistas etc.

De esta manera nuestros dirigentes estarán más controlados

y no se sentirán tan cómodos como para mentir, estafar o guitarrearnos.

 

Por otro lado. Pensábamos en REMAR MAR ADENTRO, cuanta solidaridad, cuantos esfuerzos mancomunados,

cuando surge la desgracia, cuantos actos de valentía.

Pues bien, debemos tratar de que todos esos esfuerzos se realicen, no para paliar las desgracias,

sino para transformar la realidad antes, de que esas desgracias ocurran.

Cuando recorríamos las calles de las zonas afectadas, veíamos a pesar del desorden y la suciedad,

a cada uno trabajando por salir adelante, sin discusiones, sin gritos. En los centros de evacuados todos

poniendo a disposición sus bienes o su tiempo.

En las calles afectadas veíamos cuadrillas de otras municipalidades vecinas, móviles policiales

de otras circunscripciones, o camiones de basura de distintos lugares.

Entonces, podemos trabajar de una manera diferente.

Solo necesitamos ponernos un fin común. La unión hace la fuerza.

Propongámonos cambiar.

Veremos que nuestra realidad  poquito a poco cambia.

Si no lo hacemos, nuestros sufrimientos no cesarán, sino por el contrario aumentarán.

No seamos NECIOS.

Que nuestros seres queridos no hayan perdido la vida en vano.

Depende de nosotros.

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