Nuestra Esperanza
06.09.2015 09:51La realidad que nos toca vivir, es realmente desalentadora,
si la miramos desde la perspectiva del hombre.
Lo que sucede en tantas partes del mundo,
con los emigrantes por problemas religiosos, políticos y sociales.
Las guerras y conflictos que se suceden en todos los continentes.
La destrucción de las familias con sus consecuencias sociales.
Tantos asesinatos, robos, estafas, corrupción.
A esto se suma los desastres que el clima ocasiona producto de la depredación
que el hombre esta haciendo de los recursos naturales.
Todo esto surgido de lo que hay dentro del corazón del hombre.
¿Por qué nos pasa esto?
Podemos decir que esto nos da una idea de las consecuencias del mal
y es la razón por la cual el Amor de Dios envía a su Hijo,
que muere en la cruz para pagar el precio de nuestra salvación.
El mal ha trastocado el plan de Dios, como decimos habitualmente, el diablo metió la cola,
pero el Amor de Dios, que es infinito, ha inventado el misterio de la Cruz,
para resucitarlo y más aún, Dios en su infinita Misericordia, redobla la apuesta
y toma el deseo del hombre de ser como Dios y le da un camino para lograrlo,
para que el participe de la vida Divina.
Ese camino es Jesús, Hijo único de Dios, Dios hecho hombre.
En Él, con Él y por Él, Dios Padre lleva la salvación a todo hombre
y lo ha querido hacer con el hombre, con su Iglesia, su pueblo.
Dios nos dice en su Palabra que defiende al pobre, al que sufre, al humilde,
al que está en último lugar y lo hace a través de aquellos que creyendo en Jesús,
son dóciles a su Palabra y se hacen y se dejan hacer instrumentos del Espíritu.
Podríamos decir que estos son las manos de Jesús, son sus caricias, son sus consuelos.
Todo ahora tiene sentido:
Ese dolor y sufrimiento sirve para que unos conozcan el Amor de Dios,
y los otros habiéndolo conocido y aceptado, lo vivan en sus vidas.
Dios a través de los sucesos de la historia va atrayendo a sus hijos hacia Él,
como una zaranda que separa los granos de la paja.
Dos tareas para seguir a Jesús, Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida:
1) Escucharlo, hablar con él, pedirle, enamorarnos de Él. Nutrirnos de Él.
2) Imitarlo, ser instrumentos de su Espíritu para todos nuestros hermanos.
O sea ser medios de reconciliación entre el hombre y Dios, entre el hombre con el hombre,
entre el hombre y la creación.
Entonces renace la Esperanza, porque Jesús, es nuestra Esperanza.
El enjugará las lágrimas de nuestros ojos, y algún día nos dirá:
"Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo." Mateo 25,34.
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