Dios nos ha desgarrado, nos ha herido.......
29.03.2014 06:18
Del libro del profeta Oseas: 6, 1-6
Esto dice el Señor: "En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán unos a otros: 'Vengan, volvámonos al Señor; Él nos ha desgarrado y Él nos curará; Él nos ha herido y Él nos vendará. En dos días nos devolverá la vida, y al tercero, nos levantará y viviremos en su presencia.
Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra'.
¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío matinal que se evapora. Por eso los he azotado por medio de los profetas y les he dado muerte con mis palabras. Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos". Palabra de Dios.
Es interesante observar que las escrituras en este pasaje, nos hablan de que Dios es el que nos ha desgarrado y herido, ya que ante una aflicción o un contratiempo que nos surge, no vemos a Él, detrás de esos acontecimientos, sino al hermano que me hirió, a la mala suerte, al mal tiempo, etc.
Luego de esta manera de pensar, nos surge el juzgar al otro, que la culpa la tuvo “fulano” o “mentano”, que ¿Cómo me pueden hacer esto a mí, que quiero hacer el bien?, ¿Por qué me persiguen?, ¿Por qué no me dejan trabajar si ellos no saben?
Nos cuesta ser humildes, pobres, esperar la acción de Dios, entregarnos a su voluntad.
Nos creemos justos, sabios, inteligentes, que no merecemos esto que nos hacen, o nos pasa.
Sin embargo, Jesús, el Justo, no fue así. En medio del mayor sufrimiento que le hacían, le hacíamos, y por sobre todo, yo le hacía, le dijo al Padre: “Perdónalos, no saben lo que hacen”.
No bajó de la cruz, que bien lo podía haber hecho, no llamó a su ejército, sino que se entregó, mansamente a la voluntad del Padre como un cordero va al matadero.
Sin quejas, sin odio, se entregó voluntariamente al Amor de su Padre.
Él lo conocía bien, porque lo trataba, lo buscaba. A cada instante era preguntarle, ¿Padre hacia dónde?, ¿Padre es esta tu voluntad? Se detenía a pensar y a observar su acción a lo largo del tiempo. Amando, pidiendo, esperando.
Padre, perdónanos. Danos un corazón humilde, pobre, como el de Jesús. Un corazón que no juzga, sino que espera, porque sabe que detrás de todo acontecimiento estás Tú, con tu infinita Misericordia, con tu infinito Poder, con tu infinita Bondad.
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